
Amados, adorados, endiosados. Los gatos salvajes fueron la ayuda caída del cielo para el hombre que se iniciaba en la práctica de la agricultura y los ratones empezaban a amenazar los cultivos.
El gato aseguró las reservas de alimentos y esto, junto a su personalidad de deidad -independiente, vanidoso, altivo- hizo que los antiguos pobladores lo convirtieran en un dios del antiguo egipcio. El gato pasó a ser el animal más amado y respetado, llevando una vida de faraón.
Sin embargo en la edad media fueron cazados, asesinados, hasta casi exterminados, dejando atrás sus años dorados. El gato pasó a ser de dios protector a demonio generador de males para la humanidad por ser las mascotas preferidas de quienes practicaban hechicería o algún tipo de magia en la época de la Inquisición.
Pero nuevamente apareció la peste que se llevaba miles de vidas y pronto los gatos fueron bien recibidos en las familias, convirtiéndose en los consentidos del hogar y conservando sus exigencias de rey. De hecho, durante su domesticación, el gato ha sufrido cambios corporales, pero su personalidad sigue intacta.
Y muchos se preguntan qué tienen de especial los enigmáticos gatos, que escritores y poetas (Baudelaire, Borges, Neruda…) los han convertido en protagonistas de sus cuentos, odas, poesías y canciones. Puede ser que “eso” tan especial sean las cualidades estéticas del gato, muy admiradas y envidiadas, el equilibrio y armonía de sus formas, la elegancia y plasticidad en los movimientos ha sido asociado en numerosas ocasiones a la belleza femenina o viceversa.
Se dice que en el antiguo egipcio las mujeres querían ser bellas como una gata, y ésta era la inspiración para el maquillaje en los ojos. Pero la respuesta más certera para responder a “eso” tan especial que tienen los gatos la da Pablo Neruda en su “Oda al gato”: … el ingeniero quiere ser poeta, la mosca estudia para golondrina, el poeta trata de imitar a la mosca, pero el gato… Quiere ser solo gato. No es el que gato se crea un dios, es que realmente lo es.
El gato aseguró las reservas de alimentos y esto, junto a su personalidad de deidad -independiente, vanidoso, altivo- hizo que los antiguos pobladores lo convirtieran en un dios del antiguo egipcio. El gato pasó a ser el animal más amado y respetado, llevando una vida de faraón.
Sin embargo en la edad media fueron cazados, asesinados, hasta casi exterminados, dejando atrás sus años dorados. El gato pasó a ser de dios protector a demonio generador de males para la humanidad por ser las mascotas preferidas de quienes practicaban hechicería o algún tipo de magia en la época de la Inquisición.
Pero nuevamente apareció la peste que se llevaba miles de vidas y pronto los gatos fueron bien recibidos en las familias, convirtiéndose en los consentidos del hogar y conservando sus exigencias de rey. De hecho, durante su domesticación, el gato ha sufrido cambios corporales, pero su personalidad sigue intacta.
Y muchos se preguntan qué tienen de especial los enigmáticos gatos, que escritores y poetas (Baudelaire, Borges, Neruda…) los han convertido en protagonistas de sus cuentos, odas, poesías y canciones. Puede ser que “eso” tan especial sean las cualidades estéticas del gato, muy admiradas y envidiadas, el equilibrio y armonía de sus formas, la elegancia y plasticidad en los movimientos ha sido asociado en numerosas ocasiones a la belleza femenina o viceversa.
Se dice que en el antiguo egipcio las mujeres querían ser bellas como una gata, y ésta era la inspiración para el maquillaje en los ojos. Pero la respuesta más certera para responder a “eso” tan especial que tienen los gatos la da Pablo Neruda en su “Oda al gato”: … el ingeniero quiere ser poeta, la mosca estudia para golondrina, el poeta trata de imitar a la mosca, pero el gato… Quiere ser solo gato. No es el que gato se crea un dios, es que realmente lo es.
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